miércoles, 27 de junio de 2012

Qué bonito


Qué bonito fue vernos en medio de todas las ganas que nos atravesaron la conciencia por esa sola noche. Qué bonita y torpe me comporté procurando predecir los movimientos de tus ansiosas manos. Qué bonitos tus nervios, qué bonito todo tú. Así… solo así.
Llegaste cuando era complicado para convertirlo en sencillo y es que cuando algo se quiere, solo se quiere. No hace falta decir más que una palabra, un “quiero” puede ser, precedido por cualquier pronombre… un “te” por ejemplo. Te quiero, no es acaso la combinación perfecta para ti, para mi, para los dos.  Por ahora me conformo con tu TODO TU.
Perdón si esta vez no puedo explicarme bien, explicarte tampoco, pero es que al tratarse de vos lo irracional y espontánea me queda a flor de piel y sabes algo, lo prefiero. A veces bipolar, tripolar, cuadripolar y quintupolar. Pero así, todas te queremos por igual, a nuestra forma, pero en la misma cantidad.
Las cinco estamos sin sentido por tu culpa… salvo el del tacto, ese sobrevive gracias al impulso de querer acariciarte y tocar esa maravillosa humanidad que la vida te dio y que tu cruel y perfectamente sabes cómo aprovechar. Pero sigue así, despacio, poco a poco. Aquí, si ahí mismo, donde quema el frío y se ahuyentan los miedos, la vergüenza y el pudor.
No sé si seremos para el futuro, pero ahora lo somos para el presente y lo siento, pero no me pienso mover. De ladito y haciéndome delgada, me meto, me entreno y me quedo. Sé que aquí cabemos los dos y con eso me sobra para seguir desanestesiándonos el corazón.
Cómo es la vida… En ese intento absurdo y desesperado por dejarte ir me fui atando más a ti, a tu nada sutil forma de decir las cosas y a tu poco romanticismo, porque no, tampoco estábamos para enamorarnos, de hecho no lo estamos.
Pero qué bonito… 

lunes, 25 de junio de 2012

Pausa, luego Play



Mientras me lo pregunto pasa la vida, el mundo gira y yo sigo aquí, preguntándome. Tal vez no esté preguntándome, y sea solo una excusa, tal vez esté poniendo en pausa mi vida hasta que ese amor llegue. Como mi querido Pinche me recordaría: como la canción de Mecano, en la que ella lo espera en la orilla, lo espera mientras él lucha contra el celoso mar, para volver a los brazos de ella. 

Lastimosamente la vida no es una canción de Mecano y probablemente en la vida real el pescador esté más que feliz con las sirenas. Es así, nadie nos garantiza que el amor de nuestra vida llegará, pero sin embargo lo esperamos, lo espero, pausando mi vida y esperando en la orilla como en la canción, aunque él no quiera volver, yo me imagino un mundo en el que si, y lo espero.

Yo y mi mundo imaginario, donde tengo monstruos y príncipes, y aunque muchas veces en la vida real la heroína soy yo, en mi mundo imaginario quiero que alguien me salve, quiero que llegue ese principe que ponga play a mi vida de una buena vez.

domingo, 24 de junio de 2012

Mecano, para no entender...


Le tocaba el turno a Joaquín Sabina, pero sé bien los efectos que tiene en mí, así que preferí escuchar una vez más a Mecano. Y es que no sé que me han hecho los músicos españoles, pero cuando se trata de una tarde fría en la que mi cabeza ronda las ideas más tristes, siempre me vienen bien.

¡Ah, si!, hablaba de las ideas, esas que merodean cerca mientras trato de evitarlas pero nunca puedo, me saben llegar en ese segundo de parpadeo en que bajo la guardia. A veces traen nombres y a veces traen sueños, pero otras, la gran mayoría, me traen miedos; es por eso que no me gusta hacerlas pasar, mucho menos invitarlas a una taza de café, se quedarían para siempre, como esas hermanas de mi abuela que nunca se van.

¿Se han dado cuenta cómo la gente da mil vueltas cuando no sabe cómo empezar lo que vino a decir?, pues bien, este es uno de esos casos porque nunca he hablado de mis miedos. Tengo miedo a las alturas, tengo miedo a los payasos, tengo miedos que avergonzarían y tengo miedos que simplemente tienen miedo de sí mismos. Pero entre todos, el mayor miedo es ese a lo que los demás piensen de nosotros, porque podemos ser muy independientes y descarados, pero siempre habrá una opinión que nos importe, y es entonces cuando enfrentamos un miedo que nos conoce bien, que ha crecido con nosotros.

Me gusta, ¿le gusto?. Me encanta su sonrisa, ¿qué pensará de la mía?. Tiene tanto para decir, ¿le pareceré interesante?. Esas y otras ideas que rondan tu cabeza mientras caminas a su lado fingiendo un paseo relajado, pero que ha entumecido hasta tus huesos. Y si, los miedos pueden paralizarte en ese momento, pero los peores son aquellos que te paralizan después, los que rompen la crisálida y no son mariposas, sino malentendidos que arruinan todo y que no sabes como arreglar.


Entiendo que no entiendan lo que quiero decir, y es que yo tampoco me entiendo a veces y Sabina lo sabe bien, por eso escuchaba a Mecano, para no entender...

miércoles, 20 de junio de 2012

Soledad que Estremece

Quizás haya estado engañada toda mi vida, quizás haya imaginado un futuro, un mundo que no se pueda cumplir.

Realmente quisiera regresar a esos años, donde no tenía mayores preocupaciones, donde pensaba que era una mujer completa, cuando era tan independiente de todo, de todos, tan independiente que incluso fui capaz de volar, de irme muy lejos de mi hogar, donde tenía todo, para llegar a un lugar completamente desconocido con la mera esperanza de aprender algo tal vez, o tal vez simplemente pasarla bien.

Pero esos días parecen hoy tan lejanos, de hecho soy incapaz siquiera de recordar por qué me gustaba la soledad, ahora difícilmente la tolero, estremeciéndome cada vez más cuando llega. Si es cierto que uno se acostumbra a la soledad, pero nunca deja de estremecerse a causa de ella. 

Ahora me encuentro sola, estremeciéndome una vez más, pensando en por qué EL no me necesita tanto como yo a EL y si EL quiere que yo sea más independiente, ¿por qué hacerlo? Porque lo amo si, pero ¿Por qué más? si yo fui quien quiso necesitarlo, si yo soy quien quiere tener una relación así, donde el amor sea tan intenso que el uno sea incapaz de respirar sin el otro, que tal si de eso se trata el amor, uno ya tendrá tiempo para la independencia pienso, que tal si en realidad eso es lo que queda cuando envejezcamos, el mero recuerdo de la pasión de los primeros años.

Hoy solo tengo una palabra en mi mente: EL. Hace mucho me dí cuenta que mi mundo se había convertido en EL, que el aire que respiro es irrespirable sin EL y que EL, es simplemente un requisito para poder sobrevivir. Pero así lo quise, pues antes a pesar de no tener complicaciones, nunca pude entregarme por completo, era incapaz de confiar en alguien así, pero con EL lo hice y fui muy feliz. Pero todos saben que lo bueno no dura para siempre.


Solo quiero un mundo donde EL no me hable de independencia, esa palabra que definió mi personalidad por tantos años y no lo hace más, porque es un poco lindo depender un poco de alguien, aunque es muy doloroso cuando ese alguien no te corresponde. Quiero simplemente que EL me necesite tanto como yo a El.




lunes, 18 de junio de 2012

Tu sonrisa no te la quites por fa.

Tu nombre y el mío combinan perfectamente, hasta parecen diseñados para quererse por siempre, no como en los cuentos de hadas con finales felices, sino para la vida y para esas historias en las que solo el infinito decide cuando poner el punto final.

Te viste. Me viste. Nos hemos visto. Ahora pregunto, ¿te viste? ¿Me viste? ¿Nos hemos visto?

Yo te veo cuando caminas, cuando murmuras, cuando pretendes reír y en el fondo no haces más que añorar.

Yo me veo cuando finjo no verte, cuando mis manos torpes se esconden de las tuyas por miedo a romper el silencio.

Yo “nos” veo cuando al sentarnos de este lado de la vida no hacemos más que ignorarnos para no perder esto que nos queda que no sé cómo se llama pero que se siente bien bonito.

Esta historia que no es ni siquiera nuestra no conoce más etiquetas que este imperfecto querer y mi historia que es más tuya que mía, no conoce mejor maravilla que tu sonrisa. Esa que cuando se ubica en tus atinados labios logra que el mundo entero me sonría o será acaso que mi mundo es tu propia sonrisa. Como sea, tu sonrisa, -si, esa que en este mismo momento pintaste-, no te la quites, por fa.

Me invades, me llenas, te vas y regresas y entonces te imagino cubierto de todo el dulce sabor de mi boca, te imagino saboreando cada contacto de piel. De nuestra piel. Te imagino y vivo y si vivo es por imaginarte.

Queriendo sin motivos y haciendo lo imposible porque no te quedes, te sigues quedando, ya no escapo más de ti porque mi escape siempre has sido y serás tú. No me voy, ya no. Solo te espero como quien espera lo que llega aún sin haber llegado.

Ahora si, ven y tócame un poquito, dibuja con tus manos mi hogar, nuestro hogar, que si algo es deliciosamente habitable, eres tú.

Y entonces, ¿qué esperamos?  

domingo, 17 de junio de 2012

Mi Vacío de El

Ella estaba convencida que sentía tan terriblemente la ausencia de él, por el simple hecho de extrañarlo, estaba convencida que tantas horas de llanto eran el simple reflejo del dolor de extrañar, pero no; no es simple dolor de extrañar, es el de dolor de extrañar y no ser correspondida. Ese miedo intenso de sentir, una vez más el vacío de estar horas frente al computador sin que él lo sepa siquiera, tal vez ni siquiera le importe.

Pero mientras ella está aquí muriéndose, se repite a si misma, él te ama, pero luego la gente, si la estúpida gente que le pregunta como sobrelleva su ausencia y así se da cuenta que la gente normal si extraña, se da cuenta que es normal querer hablar con él todos los días, se da cuenta que lo que quisiera es que él sienta un poco lo mismo.

Ella se pregunta cuando se volvió tan intensa (como él dice), se pregunta por que ella no le hace falta para que él disfrute; y se siente egoísta, piensa que debería dejarlo que disfrute, y se repite así misma de nuevo: él te ama, solo está ocupado. Luego mira por la ventana y no logra contener el llanto (otra vez), está sola, ella y su ventana, mientras se convence otra vez: él te ama, confía en él. 

viernes, 15 de junio de 2012

¿Cuándo me volví tan debil?

Que buena pregunta, ¿Cuándo me hice tan debil? ¿Cuándo empecé a depender tanto de su presencia?. Pasé toda la semana convencida de que iba a poder sobrellevar su ausencia, convencida de que esto era bueno para nuestra relación, convencida de que al fin tendría un tiempo para encontrarme a mi misma otra vez.

Pero como encontrarme a mi misma, si te extraño tanto, como sobrellevar tu ausencia si me paso cada minuto del día imaginándome en tus brazos. Me pregunto como hará la gente, esa gente que puede distanciarse de ese ser amado y sobrevivir, si alguien sabe el truco dígamelo! Por que la verdad es que siento que no podré sobrevivir.

Aveces quisiera pasarme durmiendo todos los días, todo el día, para soñar que estoy con el, para sentirme en sus brazos. ¿Cuándo me volví tan debil? ¿Cuándo dejé de ser yo, para pasar a ser una especie de: yo, incompleta sin el? Será que enamorarse es debilidad, sabía que amar te volvía loco, pero no incapaz de sobrevivir. Es impresionante como el es, simplemente el aire que necesito respirar CONSTANTEMENTE.

Si alguien sabe el truco para sobrevivir, se lo compro!

lunes, 11 de junio de 2012

La vida nos hizo útiles a nuestros caprichos.




Contigo perdí el temor, la vergüenza y a veces el control. Con el “a veces” me refiero a siempre y el siempre era infinito.

Fuimos nada y en esa nada fuiste mi todo, mi ahora, mi soy, mi estoy y mi quiero ser. Ahora no eres más que el “fuiste”.

Recogiste todos mis pedazos y los arreglaste tan despacito, tan a tu afición, tan a tu modo y de repente, yo era otra, buscándote, buscándome, encontrándonos. La vida nos hizo útiles a nuestros caprichos, a nuestros momentáneos y esporádicos deseos. La vida fue pertinente pero algo cruel. Hubo un tu, hubo un yo, pero nunca hubo un nosotros.

Si tan solo, si tan solo…

Pero ya nada de eso sirve o tal vez sí. ¿Quién sabe? Ahora que no somos más y que el tiempo logró aliviar este dañado corazón, puedo decir, no fue tu culpa, solo respondiste a tu experiencia y no te dejaste querer, así bonito, como me gusta y suelo querer. No, ni siquiera fuiste tu, sino tu inconstante carácter y esas manos inquietas que buscaban algo más que un solo lugar. Las cosas al cien por ciento nunca fueron lo tuyo. Yo lo sabía y solo corrí el riesgo. Es mi total responsabilidad y la asumo.

Te reclamé para mi, con tus dudas, con tus tristezas y con tu pasado, pero mi pretensión no pudo con tus conflictos, esos que logran que no seas feliz ni aun siéndolo y entonces decidí que me servirías para recuerdo, con todo y ese olor que en las noches como esta era desquiciante, definitivamente solo sirves para recuerdo.

Qué triste es pensarte y no sentir nostalgia, qué triste y amargo es que hayas pasado y que esas huellas que parecían imborrables simplemente se hayan arruinado.

Aun cuando te describo y escribo, ya no estás. No nos marca quien nos moldea a su antojo, sino aquél que se moldea con nuestra alma y los silencios de la respiración, mientras creemos que estamos solo reviviendo una fantasía más, una de esas tantas que habíamos inventado cuando la luz nos daba la espalda.

Que si tus ojos de hombre deberían traer la advertencia: “Cuidado con esta mirada, podría perderse y posiblemente no hay marcha atrás”, bien lo sabes. La tarde que me vi en tus ojos no había advertencia escrita, pero de cierta forma yo sabía que me perdería, aun así continué porque mi errado sentir consideró que era preferible vivir perdida, precisamente por eso, por vivir. Sabes, no tengo problema en perderme, en refugiarme en rutas inciertas, en lanzarme de puentes o en rodar por montañas, no, no hay problema con eso porque aventurarse es crear nuevos universos, sin límites, sin reservas. El problema aquí no fue la aventura, sino el rumbo por el que lo quise hacer. Te pensé camino y al final resultaste ser solo un paso más.

De ti aprendí que hay piedras invisibles buscando ser tropezadas por la simple razón de querer sentirse admiradas; de ti aprendí que no hay mejor egoísta que aquel que te dice “te quiero” esperando un “yo a ti”; de ti aprendí que la tristeza no se comparte, se trasmite.

Te di el tiempo suficiente para que me permitieras quedarme y tu optaste por otros brazos, esos brazos de los que tantas veces te quejaste. Pero no es tu culpa, solo escogiste lo que está hecho a tu medida y contra eso no se lucha... es una carga constante.