jueves, 19 de julio de 2012

El corazón, como los platos de la abuela: ¡roto!...



Que triste cuando sientes que algo se muere para siempre dentro de ti. No, no duele, solo sientes nostalgia porque sabes que ya no volverá más, ya no tiene espacio, ya no tiene arreglo. De pronto intentas aplacar ese ¡crack! que escuchaste, intentas inundar su ruido con música de Alanis o de ese grupo que nunca te gustó hasta que te dedicaron una canción de ellos, aquellos que decían no tener bandera.

Que triste cuando sientes que de nada sirvió el consejo de la abuela sobre pegar los platos rotos de la vajilla china y cuidarlos mucho, ella no los sacó más, entonces tú tampoco lo usaste más. Que sabia era la abuela, ella aún conserva sus platos, remendados pero ahí están al fondo del cajón; en cambio tú, tú ya no tienes nada, se rompió por última vez y haz entendido que ya no hay arreglo.

- Pero si solo fue un resbalón, te dices angustiado tratando de excusar tu torpeza, no fue nada que pudiera haberlo averiado seriamente, fue tan rápido que no pudo haber causado tal daño. ¡JA!, que equivocado estabas, y entonces aceptas derrotado que es triste cuando te das cuenta que le bastó una semana para desarmar tu escudo, y tan solo unos segundos para tirar años de cuidado al piso. Si, como ese bebé que tira la pieza de porcelana más preciada de la casa, la que tu madre guardaba para obsequiarle al amor de tu vida el día de tu boda, ¡que triste!.

Que triste es cuando sabes que te rompieron el corazón por última vez...

martes, 10 de julio de 2012

Mi cero a la izquierda favorito



¿Recuerdas cuando disfrazarse dejó de convertirse en la costumbre de una buena fiesta para ser parte de esta cotidianidad?, pues bien, escoge ahora tu nuevo disfraz. Yo te escojo a ti para el mío, pero por fa, ahí donde estás sentadito, callado y algo pensativo, no me escojas a mí para el tuyo. Claro, ven te explico por qué. Pero ven dije, ¿qué estás esperando? ¿Cómo que los kilómetros no te dejan? No entiendo, ¿o sea que la distancia de verdad separa? Y entonces, cuando nos prometimos estar juntos aun siendo lejanos, ¿era acaso solo un par de palabras bonitas para opacar el posible e irremediable desenlace? Eso no estaba dentro de mis planes y con tus disculpas y todos mis “lo siento”, pero no voy a permitirnos ese error.
Yo estoy aquí, ¿me ves?, estoy aquí disfrazada de ti y de esa conformarte libertad que me da saber que nos tenemos aun sin estar juntos. Como diría alguien por ahí, a quien tú conoces bien y haz desnudado más de una vez de todas las formas existentes y hasta inexistentes, la distancia solo se hizo para extrañarnos poquito. ¿Lo recuerdas?
Bien, ya que entiendes esa parte, ¿estás listo para explicarte con estos dientes chiquitos, esta boca que no sabe fumar y esta impaciencia natural por qué no puedes disfrazarte de mí? ¡Fácil! Tontito favorito, si te llegarás a disfrazar de mí, seguirías siendo tú, tal cual, con ese espíritu curioso y nada dócil… tú en todo el sentido de la palabra, del tacto también y entonces yo disfrazada de ti, volvería a ser yo. Es la magia, exactamente esa que lográbamos detonar con todos los ingredientes que le añadían nuestras manos, nuestro cuerpo, nuestra piel.
Ahora que estamos disfrazados, tú de ti y yo de mí ya podemos trepar por esas tres paredes de cartón que solo existían en cada uno de los sueños que formamos juntos, ya podemos caminar con estas alas y volar con estos pies, ¡ya podemos! ¿Sientes ese alivio olor a vainilla que se recoge en mis palabras? Con solo pronunciarlo por medio de la escritura de mis dedos explota un poquito mi corazón de felicidad, imagínate cuando te lo diga así de voz a vos.
Y es que eso eres, locura, escape, viento… Mi cero a la izquierda preferido, ese por el que podría botar todos los ceros de mi derecha sin ningún reparo, ese por el que podría inventar mil historias y con el que podría terminar, volver, volver, terminar y así sucesivamente hasta que se cansé el mundo de poner pretextos en nuestros zapatos, ese por el que odio la libertad de ser yo y con el que amo la libertad de ser nosotros, ese con el que me desentiendo de las confusiones y con el que no hay punto final, sino muchos paréntesis de intervalos incalculables de cosas que no logro explicar pero con las que definitivamente quiero seguir viviendo.



domingo, 8 de julio de 2012

Viviendo un cuento



Mírame, me dormí en tu recuerdo otra vez
me puse tu mundo al revés
pidiéndole al tiempo, pidiéndome el cuento
aquel que me ataba los pies.

Búscame, detente en el tiempo de ayer
tiempo de posdatas y miel
y encuéntrame el mundo, encuéntrame el rumbo
aquel que he perdido sin ser.

Mírame, entiende mi pena al llorar
descubre mis "te amo" al pasar
detén su presencia y escucha la ausencia
aquella que esconde mi andar.

Háblame, devuélveme todo el valor
ayúdame con el dolor
entiende mi ruego y búscame luego
que vivo en un cuento de horror.