¿Recuerdas
cuando disfrazarse dejó de convertirse en la costumbre de una buena fiesta para
ser parte de esta cotidianidad?, pues bien, escoge ahora tu nuevo disfraz. Yo te
escojo a ti para el mío, pero por fa, ahí donde estás sentadito, callado y algo
pensativo, no me escojas a mí para el tuyo. Claro, ven te explico por qué. Pero
ven dije, ¿qué estás esperando? ¿Cómo que los kilómetros no te dejan? No entiendo,
¿o sea que la distancia de verdad separa? Y entonces, cuando nos prometimos
estar juntos aun siendo lejanos, ¿era acaso solo un par de palabras bonitas
para opacar el posible e irremediable desenlace? Eso no estaba dentro de mis
planes y con tus disculpas y todos mis “lo siento”, pero no voy a permitirnos
ese error.
Yo
estoy aquí, ¿me ves?, estoy aquí disfrazada de ti y de esa conformarte libertad
que me da saber que nos tenemos aun sin estar juntos. Como diría alguien por
ahí, a quien tú conoces bien y haz desnudado más de una vez de todas las formas
existentes y hasta inexistentes, la distancia solo se hizo para extrañarnos
poquito. ¿Lo recuerdas?
Bien,
ya que entiendes esa parte, ¿estás listo para explicarte con estos dientes
chiquitos, esta boca que no sabe fumar y esta impaciencia natural por qué no
puedes disfrazarte de mí? ¡Fácil! Tontito favorito, si te llegarás a disfrazar
de mí, seguirías siendo tú, tal cual, con ese espíritu curioso y nada dócil… tú
en todo el sentido de la palabra, del tacto también y entonces yo disfrazada de
ti, volvería a ser yo. Es la magia, exactamente esa que lográbamos detonar con todos
los ingredientes que le añadían nuestras manos, nuestro cuerpo, nuestra piel.
Ahora
que estamos disfrazados, tú de ti y yo de mí ya podemos trepar por esas tres
paredes de cartón que solo existían en cada uno de los sueños que formamos
juntos, ya podemos caminar con estas alas y volar con estos pies, ¡ya podemos! ¿Sientes
ese alivio olor a vainilla que se recoge en mis palabras? Con solo pronunciarlo
por medio de la escritura de mis dedos explota un poquito mi corazón de
felicidad, imagínate cuando te lo diga así de voz a vos.
Y es
que eso eres, locura, escape, viento… Mi cero a la izquierda preferido, ese por
el que podría botar todos los ceros de mi derecha sin ningún reparo, ese por el
que podría inventar mil historias y con el que podría terminar, volver, volver,
terminar y así sucesivamente hasta que se cansé el mundo de poner pretextos en
nuestros zapatos, ese por el que odio la libertad de ser yo y con el que amo la
libertad de ser nosotros, ese con el que me desentiendo de las confusiones y con
el que no hay punto final, sino muchos paréntesis de intervalos incalculables
de cosas que no logro explicar pero con las que definitivamente quiero seguir
viviendo.
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