Tu
nombre y el mío combinan perfectamente, hasta parecen diseñados para quererse
por siempre, no como en los cuentos de hadas con finales felices, sino para la
vida y para esas historias en las que solo el infinito decide cuando poner el
punto final.
Te
viste. Me viste. Nos hemos visto. Ahora pregunto, ¿te viste? ¿Me viste? ¿Nos hemos
visto?
Yo
te veo cuando caminas, cuando murmuras, cuando pretendes reír y en el fondo no
haces más que añorar.
Yo
me veo cuando finjo no verte, cuando mis manos torpes se esconden de las tuyas
por miedo a romper el silencio.
Yo
“nos” veo cuando al sentarnos de este lado de la vida no hacemos más que
ignorarnos para no perder esto que nos queda que no sé cómo se llama pero que
se siente bien bonito.
Esta
historia que no es ni siquiera nuestra no conoce más etiquetas que este
imperfecto querer y mi historia que es más tuya que mía, no conoce mejor
maravilla que tu sonrisa. Esa que cuando se ubica en tus atinados labios logra
que el mundo entero me sonría o será acaso que mi mundo es tu propia sonrisa. Como
sea, tu sonrisa, -si, esa que en este mismo momento pintaste-, no te la quites,
por fa.
Me
invades, me llenas, te vas y regresas y entonces te imagino cubierto de todo el
dulce sabor de mi boca, te imagino saboreando cada contacto de piel. De nuestra
piel. Te imagino y vivo y si vivo es por imaginarte.
Queriendo
sin motivos y haciendo lo imposible porque no te quedes, te sigues quedando, ya no
escapo más de ti porque mi escape siempre has sido y serás tú. No me voy, ya no.
Solo te espero como quien espera lo que llega aún sin haber llegado.
Ahora si, ven
y tócame un poquito, dibuja con tus manos mi hogar, nuestro hogar, que si algo
es deliciosamente habitable, eres tú.
Y entonces, ¿qué esperamos?
chiquiiiiiiiiiiiiii cada dia esribes mejor waaaa
ResponderEliminarGracias solecito (:
ResponderEliminar