Contigo
perdí el temor, la vergüenza y a veces el control. Con el “a veces” me refiero
a siempre y el siempre era infinito.
Fuimos
nada y en esa nada fuiste mi todo, mi ahora, mi soy, mi estoy y mi quiero ser. Ahora
no eres más que el “fuiste”.
Recogiste
todos mis pedazos y los arreglaste tan despacito, tan a tu afición, tan a tu
modo y de repente, yo era otra, buscándote, buscándome, encontrándonos. La vida
nos hizo útiles a nuestros caprichos, a nuestros momentáneos y esporádicos
deseos. La vida fue pertinente pero algo cruel. Hubo un tu, hubo un yo, pero
nunca hubo un nosotros.
Si
tan solo, si tan solo…
Pero
ya nada de eso sirve o tal vez sí. ¿Quién sabe? Ahora que no somos más y que el
tiempo logró aliviar este dañado corazón, puedo decir, no fue tu culpa, solo
respondiste a tu experiencia y no te dejaste querer, así bonito, como me gusta
y suelo querer. No, ni siquiera fuiste tu, sino tu inconstante carácter y esas
manos inquietas que buscaban algo más que un solo lugar. Las cosas al cien por
ciento nunca fueron lo tuyo. Yo lo sabía y solo corrí el riesgo. Es mi total responsabilidad
y la asumo.
Te
reclamé para mi, con tus dudas, con tus tristezas y con tu pasado, pero mi
pretensión no pudo con tus conflictos, esos que logran que no seas feliz ni aun
siéndolo y entonces decidí que me servirías para recuerdo, con todo y ese olor
que en las noches como esta era desquiciante, definitivamente solo sirves para
recuerdo.
Qué
triste es pensarte y no sentir nostalgia, qué triste y amargo es que hayas
pasado y que esas huellas que parecían imborrables simplemente se hayan arruinado.
Aun
cuando te describo y escribo, ya no estás. No nos marca quien nos moldea a su
antojo, sino aquél que se moldea con nuestra alma y los silencios de la
respiración, mientras creemos que estamos solo reviviendo una fantasía más, una
de esas tantas que habíamos inventado cuando la luz nos daba la espalda.
Que
si tus ojos de hombre deberían traer la advertencia: “Cuidado con esta mirada, podría
perderse y posiblemente no hay marcha atrás”, bien lo sabes. La tarde que me vi
en tus ojos no había advertencia escrita, pero de cierta forma yo sabía que me
perdería, aun así continué porque mi errado sentir consideró que era preferible
vivir perdida, precisamente por eso, por vivir. Sabes, no tengo problema en
perderme, en refugiarme en rutas inciertas, en lanzarme de puentes o en rodar
por montañas, no, no hay problema con eso porque aventurarse es crear nuevos
universos, sin límites, sin reservas. El problema aquí no fue la aventura, sino
el rumbo por el que lo quise hacer. Te pensé camino y al final resultaste ser solo
un paso más.
De
ti aprendí que hay piedras invisibles buscando ser tropezadas por la simple
razón de querer sentirse admiradas; de ti aprendí que no hay mejor egoísta que
aquel que te dice “te quiero” esperando un “yo a ti”; de ti aprendí que la
tristeza no se comparte, se trasmite.
Te
di el tiempo suficiente para que me permitieras quedarme y tu optaste por otros
brazos, esos brazos de los que tantas veces te quejaste. Pero no es tu culpa,
solo escogiste lo que está hecho a tu medida y contra eso no se lucha... es una carga constante.
CUANDO EL DOLOR Y LA ALEGRIA VAN DE LA MANO ESO FUE UN PASATIEMPO CONFUNDIDO CON AMOR....
ResponderEliminarPD: No lloro, no rio no por que no lo merezca esta publicacion solo que simple y sencillamente ya no se como sentir
Fer, me hago eco de tus palabras. Yo sentí exactamente lo mismo ayer con alguien que quizo robar mis ilusiones y en quien colgué mis sueños como si fuera un perchero. Ahora, veo todo como detrás de una neblina... brumoso... yo tampoco se ya como sentir....
ResponderEliminar