miércoles, 4 de abril de 2012

De tus manos, tus líneas y de ellas, tú.




Te quedas sin mi autorización y me despeinas el alma, los brazos, los dedos, el cuerpo, la risa.

Fugitiva y astuta es tu brillante presencia, esa que me acomoda la vida y de vez en cuando me ilusiona. El soundtrack de mis días lleva tu nombre y me toca cual canción, cual tímida melodía. 

Al cerrar los ojos, tu cuadro, como intacto, como inamovible, como queriendo quedarse, no para siempre, sino para ese momento, que suele ser un infinito de dos minutos, dos meses, dos años y a veces, dos vidas. Te veo por fuera, te veo por dentro y viene cada paso caminado, cada palabra hablada, cada frase escrita y cada caricia, incluso no dada.

Me llevas y te vas, me voy y te quedas, entonces me vengo porque sin ti las plantas de mis pies carecen de raíces y ellas de motivos para estar, para ser, para asentarse.

Intento coordinar un paso, raramente dos, la mayoría tres y al final, ninguno porque todos mis pasos cautelosos están recorriendo tu andar y permanecen ocultos, ilusos escribiendo y escriben prosaicos huyendo. Es poesía ¿recuerdas? Erase una vez, a veces no lo era, otras lo era siempre, el resto no existía, luego es otra vez, entonces, no lo es.


Te llevo conmigo y donde vamos me encuentro, estás, soy, somos y ese somos es en ocasiones la puerta al cielo y otras al infierno en el que ardemos muriendo de frío y quemando la impaciencia de los días que aclaman por nuestro encuentro.

Hazme cuerda, loca, impaciente, curiosa; hazme reír, hazme llorar, hiéreme si quieres, juega con mis placeres, hazme de ti, de la lluvia, del viento, del mar. Hazme de todo, de todo y más, menos falta, nunca falta. 

Aquí tengo una piedra suplicando por ser tropezada por tus pies, aquí tengo el error que deberías cometer, aquí tengo dos suspiros encogidos de hombros y cierto silencio esperando por subir el volumen a su aliento. 

Tus libros, tu playlist, tus lugares, tus calles y hasta el recuerdo, aquí los tengo. Todos han crecido, se han reproducido, pero no han muerto. Ven, aquí los tengo conmigo y junto con aquel café que se bebe solo como recordando, como saboreando el pasado y de vez en cuando, como añorando, lo que fue, lo que es, lo que será y lo que no va a ser.

De tus manos, tus líneas y de ellas, tú. 

3 comentarios:

  1. Está hermoso Fer!! Sólo tú logras que se me revuelvan las entrañas cada vez que te leo. Un día dos chicas con un café y sus pensamientos se van a reunir

    ResponderEliminar
  2. Hahaha yep... espero, lo espero y desespero por aquellito oiga.

    ResponderEliminar