Hoy despiertas con resaca, te levantas, aún sientes los estragos, ¡¿qué demonios pasó ayer?!, imágenes borrosas invaden tu mente, la claridad es algo que careces. Tomas una pastilla y vuelves a dormir un poco, luego estas "bien" otra vez.
Vas a aquel bar de mala muerte en el que irónicamente encontraste más vida que en ningún otro lugar, más sonrisas, más amigos, más historias, a veces más amor, pero también más conflictos, más vicios, más enemigos, y por supuesto más dolor. Pero no te importa, ahí te sientes bien, entre música, tabacos y alcohol. Buscas más y más, ya no te puedes controlar. Encuentras dulces, los pruebas, te gustan y pides más, no te puedes detener, caminas un poco en la oscuridad, ¡¿dónde dejé a mis amigos?!, te preguntarás, ya no importa, ellos ya tomaron un rumbo en el que tú no estás, sientes que ya no encajas en ningún lugar. Te sientes perdido y pruebas más, los malditos dulces no te dejan respirar. Y al otro día, sólo, vuelves a despertar, con el mal sabor de los dulces de la noche anterior.
Ésta es la vida que todos debemos vivir, caminar y caminar, disfrutar cada estación, hasta llegar a la bifurcación, deberás elegir, y quizá te puedas equivocar, volverás, tomarás otro camino, y quien sabe si sea el mejor, pero al menos aprendiste una lección, que los dulces no son la mejor opción, ahora ya no tienes más dientes que perder y pensarás mejor cundo tomes una decisión.
El final, consejos que llegan tarde, pero que vale la pena aprender. ¡Muy bueno!...
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